lunes, 15 de septiembre de 2014

14 días sin verte. Primer día.

Se podría decir que no soy muy dada a las palabras de afecto, o a las palabras o a simplemente mostrar emoción alguna. Tan solo me limito a estar ahí. Quieta, observando qué es lo que pasa a mi alrededor. Puede que esta sea una de las mil quinientas peculiaridades que me hacen ser como soy y que en parte hacen que me sorprenda cuando alguien muestra el más mínimo interés por mí. Y ya ni os cuento cuando hacen el esfuerzo por entrar en mi vida y quedarse ahí, haciéndose un huequecito entre toda la mierda y desorden, como si en el fondo estuvieran a gustito y cómodos durmiendo sobre un colchón de piedras. 
Ni mucho menos vendré aquí a contar mi vida (no creo que os suscite curiosidad) pero si me sirve esto, lo que quiera que sea, como vida de escape personal. Me gusta escribir aunque salta a la vista que no es algo por lo que destaca, pero qué más da. Si alguien que no se le da bien cantar  canta mientras se ducha, ¿por qué no iba a poder yo escribir?
“Escribe, ábrete un blog, comienza en Word, a mano, como quieras, pero escribe” Esto es algo que unos amigos me dijeron hace poco hablando de lo que ellos escriben y que tenía ideas sobre las que escribir pero que nunca me había animado a ello. Así que aquí estoy de nuevo poniendo en práctica la idea que tengo en mente desde hace tiempo pero mi cobardía/miedo no me ha dejado hasta ahora.
Hoy es el primer día de catorce.
Mi miedo sigue en aumento y con él, la inseguridad. No sé muy bien qué es lo que está pasando y dudo mucho que alguien me lo pueda explicar. Ahora mismo creo que de lo único que estoy segura es que hasta hace bien poco desconocía que era querer a alguien y sentir que alguien también te quiere a ti. Esto, después de mucho cavilar, he llegado a la conclusión de que se debe a que nunca he sabido qué es querer o que te quieran.
Haber estado toda mi vida ausente de cariño explica que no sepa mostrar ningún sentimiento de afecto, que aparte constantemente gente de mí, que no sepa pedir disculpas ni perdonar. Es como si un agujero negro absorbiera todo buen sentimiento que llegaba a mí, lo presionase bien hasta el fondo de manera que no podía sentir nada.
La gente solía pensar que era una roca, que no sentía nada, un robot o simplemente una narcisista egoísta. Pero no dejo de ser humana y tarde o temprano todas esas emociones tendrían que salir a la luz. Solo habría de esperar al momento propicio, o en mi caso a la persona que hizo que lo que había permanecido reprimido en mi interior por tanto tiempo floreciese.
No estoy muy segura de cuando paso esto, en que momento exacto de la historia se activó algo en mi interior, estalló, hizo clic algo, no lo sé. Lo que se es que no he vuelto a ser la misma. Puede que siga pareciendo que no me importa nada una mierda y si, es verdad que no digo cuanto me importa la gente todo lo que debería y que cuando me pongo a pensar en ello se me hace un nudo en la garganta como cuando te quedas sin oxígeno debajo del agua.
Esa es la sensación constante que tengo, de estar ahogándome en un mar de palabras que no sé cómo decir y que mucho me temo, jamás sabré expulsar.
Tengo mucho que decir pero no tengo idea alguna de cómo empezar. Mis te quiero suenan vacíos con falta de sentimiento. Vacío que no sé cómo llenar. No estoy muy segura de a dónde quiero llegar con esto, solo dejo que mis dedos vuelen por el teclado junto con mis pensamientos y, como toda mi cabeza, esto está hecho un lío y puede que no se pueda sacar nada en claro.
Es sólo el primer día de catorce sin estar con la persona que cambió mi vida de arriba abajo y no sé cómo juntar todos los pedacitos que quedan de mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario